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Benigànim, a 21 de enero de 2018

Como cada año la villa de Benigànim despertó el pasado 21 de enero para honrar a la Beata Inés. La fiesta de la Beata este 2018 coincidió en domingo y hasta la primavera aprovechó el festivo para venir; pues las calles principales de la población fueron todo el día una verdadera marea humana que disfrutó de la fiesta y de unas, inusuales, agradables temperaturas.

El solemne novenario preparó a multitud de fieles que diariamente se acercaban a la Eucaristía abarrotando un templo bellamente decorado con multitud de flores. El último día de la novena hubo después de la Misa pasacalle y después se prendió fuego a la monumental hoguera.

La devoción popular debe ser madrugadora porque antes de las cinco de la mañana los instrumentos musicales y las voces de un grupo de beniganenses ya estaban entonando las coplas de una despertà que anunciaban jubilosas que el día de la Beata había llegado. A las siete los cohetes, el pasodoble dedicado a la Beata y el repique de las campanas vieron llenarse las calles porque los beniganenses acudieron a las misas de comunión de las siete y la ocho de la mañana, que llenaron la iglesia de las monjas agustinas en donde se venera el sepulcro de la Beata Inés. Al terminar las misas el templo conventual quedó con todas sus puertas abiertas de par en par y sin parar de recibir visitas que llenaron el sagrado recinto de velas, flores, promesas y agradecimientos.

Pasadas las nueve de la mañana en la plaza de la Beata, delante de la iglesia de su convento, se disponían interminables hileras de sillas esperando a multitud de peregrinos que habían de llegar a la Misa Solemne de Campaña. Quienes estaban allí pudieron ver que desde bien temprano las calles adyacentes a la plaza eran ríos de gente que venía a rendir honores a la Beata Inés. A las once y media de la mañana llegaron los festeros de la Hermandad Inesina y después de ofrecer ramos de flores a la imagen de la Beata empezó la Solemne Eucaristía, oficiada por el obispo auxiliar de Valencia Monseñor Esteban Escudero, asistido de un buen número de sacerdotes concelebrantes. La ceremonia fue en realidad imponente. La anchurosa plaza se quedó pequeña y a pesar de las muchas sillas dispuestas, más que en años anteriores, hubo muchísima gente de pie, incluso muchos que por no caber en la plaza siguieron la celebración en una pantalla en el interior del templo. La plaza estaba vestida con una alfombra roja, en los balcones colgaban reposteros con la imagen de la Beata y el atrio de la iglesia, convertido en altar, ricamente adornado. Cantó la Misa la coral Inesina y al terminar fue especialmente emotivo el canto de los gozos a la Beata, con el solo a cargo de Paco Llorens, quien además de miembro de la coral este año era vicepresidente de honor de la comisión de fiestas.

Bajo un sol radiante y un cielo de un azul espléndido finalizó la Misa. Peregrinos y vecinos visitaron el sepulcro de sor Josefa de santa Inés, recogieron naranjas del árbol que plantó la Beata, saludaron a las religiosas y salieron a visitar las calles del recorrido procesional que esperaban decoradas el paso de la procesión. Hasta pasadas las dos de la tarde aún se veían repletas las calles de Benigànim y los encargados del albergue, que todos los años se dispone para atender a cientos de peregrinos, declararon este año verse desbordados.

Aún no eran las cuatro de la tarde y ya se notaba que la procesión de este año iba a ser de las más multitudinarias. La iglesia, la plaza y las calles del recorrido estaban repletas de visitantes que aprovechando el día festivo querían participar de la procesión. Muchos vinieron en autobús, otros en tren o en coches particulares. Algunos procedían de poblaciones cercanas, los grupos más numerosos venían de comarcas alicantinas, o de la provincia de Valencia, como de Alzira, Carcaixent, Catarroja, Paterna, Benagéber, Moncada, Cullera, Sueca, Gandía, la propia Valencia y hasta de Castelló de la Plana entre muchos otros lugares.

 

A las cinco la cruz de guía dio inició a la procesión en medio de una gran multitud que abarrotaba la plaza de la Beata. Al poco salió la imagen procesional de la Beata Inés y fue colocada a las puertas del templo. Era conmovedor ver como sin cesar se acercaban pañuelos para tocar las manos de la santa valenciana. Una hora después de empezar la procesión llegó la cruz con los primeros participantes y la imagen de la Beata aún estaba en la plaza. Más de un kilómetro y medio de longitud, que es lo ocupaba el itinerario de este año –uno de los siete que hay establecidos- fue insuficiente para contener a los participantes de esta marcha distribuidos en dos interminables hileras. Se calcula que podrían haber participado cerca de 7.000 personas. Bien puede decirse que la procesión fue un verdadero río de devoción.

Las calles del recorrido estaban, en su mayoría, ricamente adornadas por los propios vecinos. Este año se hicieron alfombras, flores, carteles alegóricos, banderas y guirnaldas de tela, lámparas, se dispusieron plantas y hasta globos. Las había decoradas en combinaciones de color rojo, azul, verde y morado. El premio a la calle mejor adornada este año fue para la calle Colón. Además del adorno de las calles los vecinos prepararon y realizaron ellos mismo los tradicionales “Milacres” escenas de la vida de la Beata Inés que representan los vecinos de Benigànim. Este año hubo un total de cinco. Fueron la profesión solemne de la Beata, la representación del grupo procesional con la Beata y su ángel de la guarda, la representación iconográfica de la Beata Inés –repetida en dos calles- y la popular escena del obrador de monjas. Las dos últimas, situadas en la plaza mayor fueron las ganadoras del premio.

Cuando la imagen de la Beata llegó a la plaza una apiñada multitud esperaba ver su entrada a la iglesia. Mientras sonaba el pasodoble titulado “Benigànim es glorioso”, pieza dedicada a la Beata, y después de una exhibición de fuegos artificiales la proyección de un audiovisual sobre la fachada del templo conventual dio por finalizada la solemne y multitudinaria procesión de este año 2018, en la cual como todos los años se repartieron estampas conmemorativas.

Un año más, como viene sucediendo desde hace más de un siglo, los beniganenses y un gran número de devotos han recordado a la Beata Inés y le han rendido su más sentido homenaje. La Beata Inés por ser la mujer más sencilla y más humilde de un pueblo y emplear su vida en dar plenitud a la vocación de servicio hacia ese pueblo hoy se ha convertido en su mayor gloria y su mayor tesoro. Después de ver cuanto aconteció en Benigànim el 21 de enero no cabe duda alguna de que la Beata Inés es, en todos los órdenes, la mujer más importante de su pueblo y la que más ha marcado su historia y le ha dado una identidad propia. Enhorabuena a Benigànim, gracias a los peregrinos y visitantes por su presencia y gloria a Dios que nos ha regalado a la Beata Inés.

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