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Un suave aroma de pino impregnaba la plaza que se abre ante la iglesia del convento de la Beata Inés en Benigànim. Era la tarde del veinte de enero y la novena había llegado a su último día. Llovió toda la mañana pero aún pudo celebrarse la ruta que guio a un centenar de devotos por los rincones históricos en donde transcurrió la vida de la religiosa, como un día antes lo hizo con otros tantos niños que quisieron conocer mejor la historia de su Beata. Desde las calles del recorrido de la procesión, que se preparaban para ultimar sus adornos, se percibía ese dulce olor pino que seguía la gente en busca de la iglesia de las Agustinas Descalzas. El suave perfume emanaba de una hoguera levantada ante el templo de las Agustinas Descalzas que esperaba, para ser quemada, ver terminar la última función del novenario, que este año predicó

con sentidas palabras de la historia de la Beata y de su devoción el Agustino Recoleto fray Manuel Gutiérrez. Las campanas, la música y la pólvora fueron la chispa que dio comienzo a un fuego de emoción que en cuestión de minutos devoró la hoguera. Una puerta de misterio se abrió y Benigànim soñó despierto porque aquella noche nadie durmió.

Poco tiempo después los auroros cantaron por las calles sus viejas coplas y terminaron ante la iglesia que custodia el sepulcro de la Beata para entonar la melodía que recuerda que aquel convento de monjas agustinas es muy milagroso por Josefa Inés. Cuando terminó la canción un repique de campanas llamaba a la primera Misa de las siete en una iglesia que, a tan temprana hora, ya estaba repleta. Durante los primeros minutos de la Misa los asistentes apenas podían escuchar al sacerdote por el pasacalle de músicos y los atronadores estallidos de la despertà de los cohetes. Rápidamente la iglesia se vació y se llenó para la Misa de comunión general de las ocho en ese simpático ritual, todos los años repetido, en el que los fieles de las siete guardan los asientos para los de las ocho.

A la salida de Misa ya había amanecido por completo y la mañana lucía espléndida como pocas veces. El cielo estaba límpido, la brisa fresca y parecía brillar una luz especial sobre el cielo de Benigànim cuando el sol imperó sobre el firmamento. La plaza de la Beata estaba llena de sillas para la Misa solemne de campaña donde algunos vecinos ya reservaban sus asientos. Los
beniganenses empezaron a salir a la calle y los peregrinos empezaron a llegar, aunque este año, quizás atemorizados por las nefastas previsiones meteorológicas, se retrasaron un poco, pues tardaron en llenar la plaza de la Beata. Sin embargo los fotógrafos, periodistas o quienes colaboraron en la colecta pudieron comprobar que hacia el final de la Misa la plaza estaba repleta de gente que hasta sus límites seguía de pie la ceremonia e incluso dentro de la iglesia muchos devotos ocupaban bancos y sillas para participar de la Misa a través de una pantalla.

La imagen de la Beata presidió, bajo el dintel de la puerta del templo, la solemne ceremonia que fue, como siempre, grandiosa y entrañable y en la que consagró el Santísimo Sacramento y dijo la homilía el provincial de los Agustinos Recoletos fray Lorenzo Pérez de Eulate quien se admiró de la devoción a la Beata y de su ruidosa y popular fiesta. Era en verdad emocionante ver reunidos a tantos devotos ante el convento de la Beata en las horas exactas y en el día en el que se conmemoraba su tránsito a la eterna morada del cielo.

A seguida el centro de Benigànim se vio repleto de gente que aún a pesar de ser lunes no faltó a su cita y las calles del recorrido y las adyacentes al convento de las Agustinas Descalzas estuvieron hasta pasadas las dos de la tarde llenas. Era en efecto gratificante el ver a los muchos familiares que aquel día se acercaron a Benigànim, a los que hace años viven lejos, a los forasteros que en autocares vienen durante años y años siempre entusiasmados, a losque con cara de asombro manifestaban ser primerizos, a los que silenciosamente paseaban escondiendo una oración de agradecimiento que ese día traían consigo y a los muchos que ya no estaban en las calles pero que un día lo hicieron y nos enseñaron que el 21 de enero es el día más importante del calendario.

Todos destacan en el día de la Beata la procesión. Desde luego este año fue lo mejor. El itinerario de 2019 se estableció por primera vez en 1984 y es el más largo con dos kilómetros. Recorría casi por completo las calles de un sector de Benigànim de lo que resulta que en las esquinas de una calle dos veces se cruzaba la procesión para dar la vuelta por los rincones de aquel barrio. La gente decía que aquello era muy raro, pero gracias a ello todas las calles

decoradas se apiñaban juntas y cuando la imagen de la Beata llegó a la entrada de aquel barrio podía advertirse como toda la extensa carrera estaba invadida de público aún a pesar de que tras la imagen aún había más de cien metros de procesión. El recorrido tiene muchas calles y casi todas muy bien decoradas con multitud de ingenios y colores. Como se trataba de un sector con tanta población este año hubo muchos “Milacres”, representaciones de la vida de la Beata, todos muy bien ambientados que cortaban la procesión o la hacían ir más lenta porque la gente los quería ver cuidadosamente. Se representó a la Beata orando ante la imagen del “Quitapesares”, a las monjas en el refectorio, la profesión de la Beata, a Jesucristo coronando de flores a la Beata –una escena que no se representaba desde 1987-, el milagro del carro,
el de la “finestreta”, que justo ese día hacía veinte años que no se ponía en escena, el del lavadero, el del tiro, un obrador de monjas, el único de este año, y una preciosa recreación de una aparición de Jesucristo a la Beata.

La procesión se inició a las cinco, casi una hora después empezó su marcha la imagen de la Beata Inés y cuando faltaban unos minutos para las ocho llegaba la imagen al templo.

Los beniganenses se quejaban de que la procesión era un completo desorden, de que la iglesia era un caos de sillas, de gente, de ruido. Y se quejaban con razón. Pero el mucho desorden que aquel día reina en todos los rincones del pueblo de la Beata es un PERFECTO DESORDEN. Así ha de ser. Siempre ha sido así. El 21 de enero en Benigànim ha de ser una verdadera locura, algo

similar a un hormiguero en verano, de lo contrario no sería lo que es sino otra cosa. Debemos asumirlo y aceptarlo; cuando la devoción es grande, no puede haber mesura.

JAVIER HERRERO LLARIO

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Misa de campaña