Skip to main content

Crónica de la fiesta de la Beata Inés del 2024

Como el cielo no es un lugar sino un estado y además nos resulta tan difícil de entender, cada uno lo imagina como quiere, como puede o tomando como fundamento aquello más bueno y más puro que conoce. Así pues, habrá quien pueda imaginar que los confines del paraíso coinciden con los límites del término de Benigànim y que el calendario celestial abarca, solamente, los días que van del 12 al 22 de enero. Este año, si cabe, el día de la Beata fue un poco eso, un paseo por el cielo.

Que el día de la Beata Inés coincida en domingo siempre es un aliciente, un subrayado especial, para una fecha que ya de por si se escribe con mayúsculas en el calendario. El 2024 el día de la Beata fue un domingo y la verdad es que en las calles de Benigànim esta coincidencia se notaba. Sin embargo, la singularidad de este año fue la conmemoración de los 25 años del nombramiento de la Beata Inés como alcaldesa honoraria y perpetua e hija predilecta de la Villa Real de Benigànim. En los días de la novena sobre la fachada del ayuntamiento se colgó una gran lona conmemorativa del evento, y el martes 16 de enero, fecha exacta del aniversario, al finalizar la novena el teniente de alcalde, Nicolás Vila, leía en la iglesia un manifiesto conmemorativo ensalzando las virtudes de la Beata que la hacen merecedora de tan singular distinción al tiempo que la alcaldesa, Yovana Herrero, hacía entrega a la madre superiora de la Comunidad de Agustinas Descalzas, de una medalla y pergamino conmemorativos del acontecimiento. También durante los días de la novena fueron bendecidas las andas procesionales de la Beata, recientemente restauradas así como las puertas laterales del templo que también fueron renovadas.

Los días previos a la memoria litúrgica de la Beata Inés fueron de tiempo desapacible y lluvioso, pero no fue óbice para que la comisión de fiestas pudiese levantar la hoguera en el centro de la plaza de la Beata que fue prendida la noche del 20 de enero. Con esto de que la fiesta cayese en fin de semana hasta la lluvia, que no se ha visto en meses, quiso hacerse presente, eso sí, hay que reconocerle la prudencia de fijar su visita solamente para las vísperas. Una hoguera cuyas llamas hicieron que en Benigànim amaneciese un poco antes, pues en una jornada como la de la Beata Inés hasta los elementos tienen prisa por adelantar las horas, por que llegue por fin la jornada esperada.

Aún había ruido en las calles de Benigànim, que ese día duerme con los ojos medio abiertos, cuando de madrugada las calles se llenaban de voces cantando la despertà de l’Aurora. Con esta, según la tradición, enlazaba la despertà de tronaors, la diana de la banda de música con el pasodoble “Benigànim es glorioso” y las campanas que llamaban a la primera Misa de las siete de la mañana. Misa repleta de fieles que llenaban bancos en sillas en el interior del templo. Asientos que fueron insuficientes para la Misa de las ocho que muchos hubieron de seguir de pie y en la que se repartieron las tradicionales estampas con la imagen de la Beata Inés. Cabe destacar que en esta Misa de las ocho, tras muchos años, se volvió a escuchar interpretar en un solo de voz, los gozos de la Beata en la voz de Verónica Lledó.

A la salida de la celebración Eucarística ya era de día, y era un día radiante. Cielo azul, despejado, ambiente fresco y un sol que empezaba a asomarse y prometía lucir cálido y espléndido. Bajo este cielo se preparaba la plaza para albergar la Misa de campaña, este año en el montaje destacó la novedad de una pantalla gigante en la misma plaza. Los preparativos se sucedían por las calles del recorrido procesional que acababan de disponer sus adornos, mientras de fondo se oían los cohetes y la música de las festeras que eran recogidas por los festeros en sus casas. El otro sonido de fondo eran las voces de los peregrinos que en sus coches o en autobuses llegaban a Benigànim buscando asientos en la plaza de la Beata o la de los muchos beniganenses que ese día se reencuentran en los populares almuerzos.

La celebración Eucarística en la plaza de la Beata fue el acto central de la mañana. Cantó la coral Sinenómine y fue presidida por el Abad de la Colegiata de Xàtiva don Camilo Bardisa, quien también es titular de la vicaría a la que pertence Benigànim.

Si hay algo que destacar sobremanera en el día de la Beata de 2024 es, sin lugar a dudas, la procesión. Este año fue una procesión de las de recordar y el  motivo del título que recibe esta crónica. En cuanto a participantes fue muy concurrida, las fotografías dan testimonio de que la plaza estuvo abarrotada entre las cinco y las seis de la tarde, hora en la que tuvo su inicio la marcha y  la salida de la imagen procesional, respectivamente. Pero donde se apreció la gran participación fue en los portales de las casas por las que pasaba la procesión, que vieron durante hora y media y más, como en dos hileras interminables desfilaban los devotos de la Beata Inés acompañando a su imagen.

El recorrido correspondiente a este año era el propio de las vueltas generales de todas las procesiones de la villa, salvo algunas modificaciones. Una carrera que transcurre por las calles de los dos centros históricos de Benigànim y que engloba a buena parte de las iglesias y edificios históricos de la población. Entre ellos los correspondientes a muchos de los lugares vinculados con la vida de la Beata Inés, desde la casa en donde vivió durante su juventud, la iglesia en la que fue bautizada pasando por la capilla que ocupa el lugar en el que nació. Este itinerario ya suponía por sí mismo un marco evocador pero si se le suma el adorno del recorrido y la particular escenificación de milacres de este año todo transportaba a un cielo, a la vida mística de la Beata Inés. Era un cuadro vivo, una experiencia real en la que los devotos que participaron en la procesión vivieron y experimentaron un viaje sensorial hacia la vida y la obra de la Beata Inés. La calle de Moncada, la primera decorada del recorrido, se adornó con bodegones de artesanía y piezas tradicionales y etnológicas entre imágenes y carteles alegóricos de la Beata. Allí, en la misma casa en la que vivió la joven Beata, bajo su arquitectura del siglo XVI se representó el primer milacre. La anchurosa estancia, convertida en arcano escenario, acogió la aparición de Jesús atado a la columna a una orante Beata, siguiendo las teorías de la pintura tenebrista para transmitir la espiritualidad de la escena. En la siguiente calle, la empedrat, era el costumbrismo el estilo del milacre que realizaron sus vecinas que con toda suerte de objetos recrearon la cocina conventual, y en ella la amable escena del Niño Jesús rescatando para la Beata la llave caída en el pozo. Esta calle fue decorada con predominios de blanco y artísticos faroles iluminados con velones. Poco después la procesión llegaba a su punto más destacable, la, con justicia, ganadora de los premios de este año, la calle de San Miguel, en donde nació la Beata. Sus vecinos quisieron emular el interior de una iglesia. Con su bóveda pintada al fresco de nubes y ángeles, conseguido mediante unas telas que cubrían todo el techo filtrando la luz en una atmósfera intimista y que invitaba al recogimiento. El resto lo componían arcos, una alfombra simulando baldosas y candelabros. Durante el día multitud de visitantes pasearon esta calle, pero fue durante la procesión cuando todo el conjunto lucía especialmente. La caída de la luz del sol y la música ambiental hacían de aquella calle un espacio único. En ella además se representaron un total de seis milacres. Cuando la Virgen María bendijo los huevos de la clueca para hacer una tortilla, las visitas de personalidades pidiendo consejo a la Beata, la recreación de las monjas tañendo instrumentos, los juegos de carnaval con la Beata y el Niño Jesús desde el Sagrario lanzándose naranjas, el último éxtasis de la Beata el día de su muerte siendo recibida en el cielo y un cuadro alegórico alusivo a la beatificación con los dos milagros aprobados para la beatificación. Todas estas representaciones en mitad de la calle llamaban poderosamente la atención, aunque destacaba sobremanera el último éxtasis de la Beata, en donde se representaba de manera fidedigna la realidad terrenal y celestial que acompañó las últimas horas de vida de la madre Inés de Benigànim. La calle Illeta se decoró con tonos verdes y motivos florales y en mitad de la vía se  representaron las andas procesionales, portando la Beata sus insignias como alcaldesa honoraria. Al inicio de la calle del marqués las miradas se dirigían hacia una representación del obrador de monjas realizado por un grupo de chicas adolescentes que ellas mismas decoraron la calle y representaron el milacre. La última calle adornada del recorrido era la de San Vicente, con colores rojos y flores de papel.

La jornada terminó con la siempre emotiva entrada de la Beata Inés en su templo arropada por millares de fieles que se apiñaron en el interior de la iglesia para seguir el sorteo de los festeros para el año 2025 en el que tendrá lugar el cuarto centenario del nacimiento de la Beata Inés.